Soy gran amante de los animales, especialmente de los caballos y los perros. Con el tiempo mi afición se convirtió en mi profesión. Instructor – adiestrador titulado por la RFEC y reconocido por el Consejo Superior de Deportes (CDS).
Son muchos años ya dedicados al mundo del perro como cazador, adiestrador y criador.
En el año 1997 comienzo a criar con el afijo ZAMORCAN. Volcado en la cría del Deutsch-Kurzhaar, nuestro Braco Alemán. Desde el comienzo, criando y siguiendo la misma línea de sangre alemana Hege-Haus, de dos hermanos y grandísimos ejemplares que son URI VOM HEGE-HAUS Y UNGARO KS VOM HEGE-HAUS. Base de nuestra línea de cría: ZAMORCAN. Línea que consigue que en cada camada siga sorprendiéndome en cuanto a calidad se refiere.
Como cazador me crie en una familia de tradición cazadora. Para mí la mejor herencia que pudo dejarme mi padre, Manuel de la Iglesia, al que agradecerá eternamente la educación que me dio, y la pasión que me inculcó por los animales y por la caza.
Hoy tengo la suerte que ZAMORCAN tendrá continuidad gracias a mis hijos Ana y Raúl, que ambos tienen la pasión de su padre y su abuelo por la caza, con un tacto y habilidad para los animales increíble e innata.
Me decanté por el Braco Alemán porque pensé que era el perro que mejor se adaptaba a mi forma de cazar y a mi terrero de caza, en casa siempre tuvimos Setter Irlandés, grandes perros de caza, pero el pelo largo también era un problema en mis zonas de caza, “tierra de campos” y “tierra de panlampreana”. Con un verano caluroso y las espigas que se clavan, y que en ocasiones les producen graves lesiones.
Con el Braco Alemán no solo no me equivoqué, sino que acerté de lleno. Polivalente, gran atleta, equilibrado, noble, inteligente y bello. La pasión por la caza como seña principal, con una energía enorme, que le permite aguantar jornadas enteras de caza en diferentes climas y terrenos.
Búsqueda amplia, ordenada, cubriendo mucho terrero por y para el cazador. Con buena guía y muestra firme, nariz prodigiosa. Que nos van hacer disfrutar con paradas a distancia impensables, así como cobros de piezas heridas, asignatura pendiente en la gran mayoría de cazadores.